Esta técnica antediluviana ha conservado su esencia en el devenir del tiempo. La belleza clásica de las piezas obtenidas mediante el bordado con pedrería siempre ha atraído las miradas y ha despertado los deseos de las personas. La armoniosa combinación de colores y el delicado fulgor de las cuentas utilizadas para crear estos hermosos bordados han contribuido a mantener la vigencia de este trabajo artesanal imperecedero que no ha perdido valor a lo largo del tiempo.
Antes de comenzar a realizar un bordado con pedrería es necesario planificar, aunque sea someramente, qué herramientas y materiales se van a necesitar. La ejecución de esta técnica demanda los siguientes utensilios: una aguja, que puede ser mostacillera, hilo y una gran variedad de piedras, ya sean preciosas o semipreciosas, de vidrio, plástico, metal no precioso, mostacillas, canutillos y chaquiras o cuentas de colores.
Por norma general, este tipo de bordado se lleva a cabo empleando la técnica de punto dos en dos, punto tres en tres o cuatro en cuatro. Es decir, se trata de puntadas básicas muy parecidas a las que se realizan cuando se cose alguna prenda rota o se coge el dobladillo.
Otro aporte interesante al bordado con abalorios es el de la aguja de Lunèville o bordado francés. Este producto se usa principalmente para añadir cuentas o pedrería en los vestidos de alta costura.
A esta panoplia de materiales, hay que añadir el lápiz y el papel de calco, un bastidor de 7 pulgadas, tela de algodón, tijeras, un marcador para tela, un par de recipientes pequeños, un pañito de microfibra y, como colofón final, cera de abeja natural para fortalecer tus hilos de pedrería al trabajar.
La chaquira, la róndela y el tolete
Comúnmente, tanto los profesionales como los apasionados de esta técnica, se decantan por las chaquiras en diferentes tamaños la # 10 hacia arriba son las más pequeñas y de 10 hacia abajo son las más grandes.
Otra piedra vistosa y resultona es la róndela de vidrio. Por su espectacular brillo, sus colores únicos y su resistencia, este tipo de abalorio resulta ideal si el bordado está muy expuesto a factores ambientales externos.
Finalmente, en esta lista de piedras aparece el tolete checo, con un tamaño parecido a la mostacilla (chaquira checa #10), pero con una forma más cilíndrica.
Aplicaciones
El bordado en pedrería no sólo se utiliza para decorar y dar valor a las prendas de vestir sino que también se utiliza para adornar bolsos, hacer cuadros, broches, diademas, así como diferentes decoraciones para el hogar, para el cabello, para el calzado, y para un sin fin de objetos más.
En Egipto aparece el primer vestigio bordado
Fue en Egipto, donde descubren la primera prenda bordada, conservada gracias al clima seco del país. El hallazgo tuvo lugar en la tumba de Tutankamón, donde apareció una camisa de lino bordada aproximadamente en el año 1360 a. de C.
En la época romana, el bordado continúa gozando de gran esplendor y reputación. Los romanos llamaban a esta ornamentación plumarium opus, en virtud de la semejanza que tienen algunas de estas labores con la pluma del ave. También la denominaban opus phrygium ya porque la obtenían del comercio con los frigios quienes a su vez la traían de oriente o ya por suponerla de procedencia e invención frigia. Y como se consideraba en el bordado un procedimiento similar a la pintura llamaban a las vestiduras bordadas túnica picta o toga picta, o bien túnica palmata, aludiendo a los bordados en forma de palmetas con que las adornaban.
Durante la Edad Media el bordado se consideraba un arte noble que se practicaba en las cortes. Las damas practicaban esta labor apreciada por ser un arte refinado que se realizaba en cualquier momento, incluso cuando tenían visitas.
Estas creaciones se caracterizaban por su suntuosidad, y se destinaban para ceremonias y vestimentas religiosas, y para los nobles y los monarcas.