Desde su invención por parte de los babilonios, el bordado ha evolucionado técnicamente sin perder su esencia artesanal y sin renunciar a su proceso exclusivamente manual.
A lo largo de miles de años, este método de costura ha incrementado los tipos de técnicas de ejecución. Entre ellas figuran:
Bordado en relieve clasificado en:
Lisos: apenas sobresalen
Realce: presenta un gran relieve.
Sobrepuesto: se borda fuera de la pieza y posteriormente se cose a ella.
Según los materiales, los bordados a mano se agrupan en:
Bordado en blanco: realizado con hilos de color blanco, muy popular en mantelería.
A canutillo: elaborado con hilos de oro y plata.
De perlas, abalorios y lentejuelas: creados con hilo de seda, bordando perlas, abalorios, lentejuelas, etc.
Cordoncillo: se utilizan hilos de seda y oro en forma de cordón.
Por forma destacan los siguientes:
Bordado de contorno. Se marcan los contornos y líneas internas principales de la figura.
Bordado aislado. Se enmarca el bordado con líneas o puntos de costura.
Bordado lleno
Por su relieve destacan tres clases:
Lisos: el hilo apenas sobresale de la pieza.
Realce: el relieve se obtiene mediante un relleno de algodón debajo del hilo.
Sobrepuesto: se borda fuera de la pieza y posteriormente se cose sobre ella como una aplicación.
Bordado de motivo
Este tipo de bordado recrea imágenes reales. En este caso pueden ser ornamentales, es decir, lienzos que se utilizan como decoración y están completamente bordado; o artísticos, que son aquellos que forman retratos o imágenes complejas.
Bordado por punto de costura
Este tipo se basa en el punto de costura empleado para bordar. Los tipos de puntadas son innumerables. Las más empleadas son: vainica, bordado yugoslavo, punto de cruz, punto de palestrina, punto de nudo, punto de cadeneta, bordado de parma, bordado de lagartera, hardanger, richelieu, frunce (smock), bordado mallorquín, bordado de asís y bordado segoviano.